Hace unos días hurgaba en las profundidades del Facebook y encontré un nombre que había quedado relegado en los confines del pasado y que salía de vez en vez como un geiser, sobre todo cuando la nostalgia de otras épocas me invade.
Benjamín Edwards :Oye PatoAmor, eres tú?
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Pato Ventura-Juncá D: Jajaja, sipo Benja-Cariño.
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Benjamín Edwards: Es que tengo esta versión tuya, en ese boliche en San Pedro, ¿en el ´92? parado en una mesa cantando no se que wueá, donde se acuñaron estas versiones joligudenses de nosotros... (creo que era mi cumple años ,¿no?.)
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Pato Ventura-Juncá D. :No sé, ni razonablemente creo supongo debiera recordarlo. Entre talla y talla, entre todos mis exabruptos lunáticos, que a estas alturas son varios, esos días en San Pedro, están sin dudas entre los que me llevo como souvenir a mejor vida. Durmiendo en las veredas, o a la mala en los pabellones de la posta, ni hablar de esa travesía nocturna bajo cero hacia el altiplano rescatados por un camión azufrero. La wea, jajaja, Grande Benja cariño.
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Benjamín Edwards: ¡Cómo la memoria se recupera! ¡Y en ese baño termal! ¡o cuando hicimos dedo y las holandesas a las que nos pudimos engrupir por no hablar ni medio inglés, y la travesía por el riachuelo en no recuerdo qué oasis! La pichanga de fútbol en la mitad del desierto (¡tengo una foto!). Una semana quemada a fuego, un verdadero souvenir y lo más increíble es que después no nos vimos más que un par de minutos en veinte años! ¡Grande PatoAmor!
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