1.- Acabo de terminar una encuesta de McKinsey sobre el uso de mi tiempo. Las preguntas estaban muy bien diseñadas y cada una de ellas encerraba un profundo insight sobre lo que "idealmente" uno quisiera y lo que "realmente" ocurre en las veinticuatro horas que separan los días del calendario. También ahondaba en el nivel de satisfacción que uno tiene respecto del manejo de su tiempo y lo mal que uno lo usa, a pesar de tantas cosas que nos enseñan para evitar tal problema.
2.- Entro a Twitter y me abrumo por no poder seguir la cantidad de "tuits" que despachan quienes sigo. Noto que hay momentos de mayor tráfico y otros menor. También que ingresan a mi timeline (TL) por paquetes y no de forma continua. Son paquetes de contenidos y, en ellos, decenas de posts, cada uno con una intención diferente. En Facebook observo cómo avanzan despiadadamente los comentarios de mis "amigos" en una barra lateral. Cuando ingreso a The Economist los tuits relacionados a ciertos temas se suceden uno detrás de otro sin poder alcanzar a digerirlos cuando desaparecen de la pantalla.
3.- Timeline. Un concepto que ahora se escucha por todas partes y es el signo de estos tiempos. Uno para uno, otro para la pareja, los hijos. Para el trabajo, los socios. Para los hobbies, los amigos y el descanso. Las vacaciones, los deportes y los viajes. Los proyectos personales.
4.- Hay una realidad allá afuera que se mueve hacia adelante, inexorable. Por otro lado hay patrón personal, una medida propia del tiempo que determina que en algunos casos pase más rápido y otros más lento o que se retorne al mismo punto para recrear lo que debe perpetuarse. Hay momentos que parecen eternos, como si una vida completa pasara en un instante sin medida y otros que no existen porque se nos han olvidado.
5.- Anoche, cuando ensayaba con mi banda, observé algunas cosas: un tema es como la vida y cada instrumento es una persona que juega un rol en ella. Cada uno tiene un TL diferente que se cruza con el de los otros en ciertos compases y acordes que generan la sensación de un todo coherente. Porque a pesar de cualquier discrepancia, la vida es coherente y cada accidente es como una desafinada o salida de compás, pero luego regresa a un cauce que podemos reconocer, ya sea por sus reglas básicas o su historia.
¡Qué complejidad más simple!
6.- Sin embargo, ella no comienza o termina como una canción, porque no es una sistema cerrado. Mira al futuro sin perder de vista al presente que se nos esfuma de las manos como agua a través de los TL.
7.- La conciencia del TL es la conciencia del presente y lo difícil de atraparlo, porque estamos programados para ver la vida como progreso, como posibilidad y futuro. Nos han enseñado en la casa, el colegio y la universidad que uno debe siempre mejorar y proyectarse. Las organizaciones viven del futuro, del cambio y la reinvención.
8.- El TL es una trampa que nos ancla al presente. Estamos atrapados en una red de conversaciones que no nos permiten despegarnos y vernos en perspectiva ¿Cuántas veces podemos decir que estamos físicamente (digamos, en una reunión) y la verdad es que nuestra mente está en otro TL a travás del chat o el e-mail?
9.- Varios de ellos que aparentemente devienen sin tocarse, en realidad se interconectan cuando algo nos recuerda de la existencia de otro. Existen conversaciones en paralelo, otras secuenciales y todas trabajan sobre presentes que se profundizan más o menos en la medida del interés y la relevancia que le asignamos.
10.- Lo irónico de la situación es que la conciencia plena del tiempo nos hace abolirlo y vivir un "eterno" presente cada vez que nos sumergimos en él.
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