Gabriela Mistral |
Soñamos despiertos en momentos de epifanía cuando todo se abre pleno a las posibilidades que la vida nos prohíbe, porque en las limitaciones nace la imaginación.
La condición humana se expande al infinito y compartimos nuestra efervescencia de una manera particular, similar a la de todos, cuando somos parecidos.
Todas íbamos a ser reinas,
de cuatro reinos sobre el mar:
Rosalía con Efigenia
y Lucila con Soledad.
...
lo decíamos embriagadas,
y lo tuvimos por verdad
que seríamos todas reinas
y llegaríamos al mar.
...
Cuatro esposos desposarían,
por el tiempo de desposar,
y eran reyes y cantadores
como David, rey de Judá.
Cada uno mira al mundo y lo quiere conquistar de acuerdo donde nace y qué es lo que define al buen futuro, pero este nunca es como pensamos. Muchas cosas suceden en el camino y con mucho hay que lidiar. Sueño y Vida están separados por el Devenir.
Rosalía besó marino
ya desposado con el mar,
y al besador, en las Guaitecas,
se lo comió la tempestad.
Soledad crió siete hermanos
y su sangre dejó en su pan,
y sus ojos quedaron negros
de no haber visto nunca el mar.
Efigenia cruzó extranjero
en las rutas y sin hablar,
le siguió, sin saberle nombre,
porque el hombre parece mar.
Y Lucila, que hablaba a río,
a montaña y cañaveral,
en las lunas de la locura
recibió reino de verdad.
Seguiremos siendo así. La naturaleza será conquistada por nuestros Sueños, por los anhelos de la Vida, aunque el Destino nos depare otra cosa.
Pero en el Valle de Elqui, donde
son cien montañas o son más,
cantan las otras que vinieron
y las que vienen cantarán:
"En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar,
y siendo grandes nuestros reinos,
llegaremos todas al mar".
A la Vida la guía el Sueño y la compone los Recuerdos de Realidad.
Extracto del poema: TODAS ÍBAMOS A SER REINAS
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