Confusión
Cómo decía mi sabia abuela Josefina, toda decisión tiene consecuencias.
Lo que vemos hoy no es fruto de la coyuntura, sino a tres grandes factores:
1.- La enorme desigualdad histórica entre la clase dirigente y gobernante y el resto de la población.
2.- La decisión de empoderar a las regiones cuando no estaban preparadas.
3.- La decisión del gobierno de turno de traicionar su promesa electoral y ser tremendamente incompetente en la que decidió seguir.
Hace una década se impulsó la regionalización del país, otorgando poderes de decisión, gestión y control a autoridades elegidas democráticamente, con el supuesto que ellas, mejor que nadie, podrían dar buen curso al desarrollo, logrando, así, una mejor capilaridad de modelo y beneficio de él en la población.
Eso en la teoría, porque en la práctica, la historia reciente del país presenta que las autoridades electas por una población pobre e ignorante, están movilizadas por ambiciones ajenas al bienestar de su elector. Como está tristemente demostrado, cualquier persona que no ha sido educada para gestionar poder, al tenerlo lo usa a su beneficio en un espiral creciente de malversación e ineficiencia. Espiral que ha tocado fondo en estas últimas elecciones regionales y de alcaldía.
Mucho se ha hablado de ese proceso, y las consecuencias son enormes de cara a las presidenciales del 2016.
La principal, la consolidación de movimientos y agrupaciones políticas locales, altamente resistentes al discurso establishment sociopolítico y económico actual.
La gestión cotidiana del país está, hoy, en manos de caudillos y movimientos centrípetos mesiánicos, ajenos a la modernidad ideológica, que basan sus premisas en a) ideas revindicacionistas, b) la propiedad (privada para los líderes y colectiva para el resto) y c) acciones concretas. Cada uno gobierna sobre una población que gusta vivir de la esperanza y la caridad, que añora el patronazgo latifundista que, ahora, se encarna en destacados líderes sociales y empresarios que poseen una "historia ejemplar" y, por ello, con los que se identifican mejor (ya sea por la raza, el acento, el origen, su estilo de vida, etc). Lima tiene a Castañeda, el norte a César Acuña, Cajamarca a Gregorio Santos.
Incompetencia
El gobierno de turno ha demostrado una tremenda ineptitud para consolidar el modelo económico e integrar el país en términos sociales. Pareciera que se hubiesen visto obligados a la continuidad pero sin la menor intención de defenderla y potenciarla. Por otro lado, debe existir una especie de cargo de conciencia por no haber cumplido las promesas con aquellos que hoy reaccionan en provincia y Lima, cerrándose, ya no solo mediante protestas sino eligiendo sistemas basados en ideologías más afines al discurso electoral pasado y no sobre el actual.
Visión
En un escenario tan fragmentado, ¿qué se puede hacer para tener una posibilidad de candidatear?. Aquí algunos aspectos a considerar:
1.- Definir qué significa Prosperidad y Bienestar para la población del país, no como un promedio, sino como términos concretos en cada región e incluso en cada grupo social relevante.
2.- Definir una visión común, que las integre.
3.- Crear un plan de gobierno mixto, que presente masivos Quick Wins para combatir la demagogia local y grandes cambios que apalanquen la visión de mediano y largo plazo.
4.- Identificar los grupos de poder y generar acercamientos. Negociar en base a proyectos comunes y no solo en base al dinero.
5.- Comunicar claramente.
6.- Comprometer cuadros competentes, honestos y sensibles socialmente.
7.- Cumplir lo que se ofrece.
Quedan dos años, tiempo suficiente para hacer las cosas bien.
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