¿Cuál es el
sueño peruano? ¿Existe? ¿Existe alguna motivación que caracterice a quienes
habitan estas tierras para vivir aquí y ser felices, como hace un siglo existía la idea del sueño
americano y que hoy es parte de la cultura de Estados Unidos?
Estuve investigando si existía algún documento oficial, comenzando por al Constitución del Perú, no encontré nada muy inspirador que motive a alguien a quedarse aquí, ni una palabra clave como lo es "Libertad" en la de Estados Unidos o "Igualdad" en la francesa. Sí hay múltiples declaraciones de personas que tienen un sueño para el país, personas de la calle, empresarios e intelectuales, pero nada que uno diga estamos de acuerdo, así es la "peruvian way of life".
Definir el sueño peruano es importante, un sueño oficial, porque sirve de punto de apoyo, porque podría ser el kilómetro cero que oriente a los ciudadanos y sus gobernantes en momentos de crisis, de pegamento social, una marca de identidad y un catalizador a la hora de revisar los fundamentos que movilizan al país.
Definir el sueño peruano es importante, un sueño oficial, porque sirve de punto de apoyo, porque podría ser el kilómetro cero que oriente a los ciudadanos y sus gobernantes en momentos de crisis, de pegamento social, una marca de identidad y un catalizador a la hora de revisar los fundamentos que movilizan al país.
Después del
júbilo desatado por el triunfo que permitió a la Selección de Fútbol
clasificarse para el Mundial, me pregunté qué une a todos en esta alegría
enorme. Es evidente que es mucho más que el triunfo y su significado futbolero, es la destrucción del dique que representaba a los complejos y las taras de la sociedad. Quizás sea una reivindicación por el maltrato que el destino nos ha dado ¿Una excusa para celebrar? Es posible que muchos se hayan
proyectado en una épica participación en Rusia, o, quizás, solo
sea la felicidad que regala la sensación de ganar, de lograr algo importante.
Quizás sea hora de comenzar a hablar del presente y dejar de depender del pasado, del
mítico pasado en blanco y negro. Quizás sea la expresión de la necesidad de
dejar de mirar hacia atrás y hacerlo hacia delante, de hacerlo en colores, en
formato digital. La clasificación expresa no solo el triunfo en el fútbol, que
es un enorme shock emocional, sino en un nuevo territorio, el territorio de la
alta competencia, que, al igual que la comida y su proceso de revalorización (con la diferencia que el primero ofrece una pasión intensa y
la segunda el placer pausado de las sensaciones) y la macro estabilidad que ha permitido proyectarnos a nivel mundial a través de la promoción del turismo y de la marca país, nos regala una autentica razón, un motivo
profundo de orgullo. Y es que la comida no es suficiente por sí sola, Machu Picchu, las Líneas de Nazca o el fútbol
tampoco ¿La verdad? Se necesitan muchos relatos para que el inconsciente colectivo de un país cambie.
El pasado
siempre ha sido un lastre en el ánimo peruano. Lo pasado era mejor que el
presente. Los recuerdos se basaban en las concepciones míticas de las culturas
precolombinas, de generaciones brillantes de artistas y deportistas, de uno que
otro caudillo que hizo algo por la país. Pero ahora, ya con más de veinte años
de paz interna y diecisiete en democracia las
generaciones jóvenes no tienen motivo para quedarse quietas. Hoy el sueño
peruano puede hablar del futuro y del presente, del presente continuo que es el
futuro que se logra sufriendo. Nada más en las antípodas de Perú que Alemania,
cuya cultura no se permite la incertidumbre ni la acción de la providencia.
Perú es esfuerzo, logro, despelote, talento, esperanza y sufrimiento. El
sufrimiento es un enorme activo de la cultura peruana que debería ser parte de
esta energía que mueve a futuro. Así como el uruguayo triunfa con garra, el
peruano triunfa sufriendo.
Quizás sea por eso que cuando se triunfa, la explosión de alegría es tan fuerte que es capaz de activar los sismógrafos del todo el mundo.
Quizás sea por eso que cuando se triunfa, la explosión de alegría es tan fuerte que es capaz de activar los sismógrafos del todo el mundo.
El fracaso
sufriente (si así se le puede llamar) no está en la “mindset” de las
generaciones nuevas, como sí en las antiguas, ellas escuchan a los viejos y nos miran con una especie de
complacencia nostálgica. ¿El pasado ejemplar los moviliza? Apuesto
mi casa que no. Los casos de los miles de emprendedores que han logrado
movilidad social se basan en historias de triunfos sufrientes, de éxito, de relatos heroicos, de mirar al
futuro, de la motivación de un futuro mejor, triunfos que se han logrado poco a
poco, siguiendo el largo camino de un país mal diseñado (desde las leyes y la
burocracia hasta las ciudades, sus sistemas viales o las currículas universitarias) y que están llamados
a cambiar.
Como su
hermana, la esperanza acompaña al sufrimiento en este camino del triunfo (hoy)
posible. Si el sufrimiento puede paralizar en momentos críticos, la esperanza
abre un camino para seguir adelante. El triunfo
entendido como el bienestar o el progreso, el logro específico o la felicidad
eterna, se sustenta en un camino, un camino sufriente y esperanzado. El nutriente que le otorga la lágrima y el morado del Señor de los Milagros.
Regresando a
la idea que me impulsó a escribir este texto, cito al
historiador James Truslow Adams y la definición que hizo del sueño americano, por los años treinta del siglo pasado: (en Estados Unidos) “La vida debería ser mejor y más rica y llena
para todas las personas, con una oportunidad para todo el mundo según su
habilidad o su trabajo, independientemente de su clase social o las
circunstancias en la que nace.”
Perú no es
Estados Unidos, ni mucho menos. Tampoco Alemania, ni Argentina o Brasil. Unos tiene el sello de la excelencia de la planificación y el trabajo, otros de la
grandeza de los ideales que pretenden exportar, otros de sus héroes o
de sus ansias de ser potencia. Perú y el peruano viven en una dimensión
diferente, en una dimensión absolutamente humana, de la prueba y el error, de
la esperanza y del sufrimiento, del pasado heroico y, ahora, del futuro
grandioso y posible. El sueño peruano puede ser el sueño humano, del potencial
demostrado, de la épica ganadora y perdedora escrita en libros, de la
resiliencia y el objetivo cumplido.
El sueño
peruano podría comenzar como aquel que impulsa a cualquier persona, sin distingo alguno, a querer llegar lejos, en medio de oportunidades, en medio de gente buena, trabajadora y
talentosa, de vivir en una sociedad solidaria y generosa, una sociedad que le
gusta hacer las cosas bien para vivir bien.
De hecho, comencemos diciendo que vivir bien es celebrar el triunfo de una selección de fútbol competitiva, en medio de la familia y los amigos, disfrutando la mejor comida del mundo.
Nota: Sería importante que un redactor o escritor profesional escriba la próxima entrada, la introducción a la Constitución, para que cuando un niño la lea, en su clase de Educación Cívica, sepa que éste es un país maravilloso y con un propósito para que todos y cada uno encuentren la felicidad.
De hecho, comencemos diciendo que vivir bien es celebrar el triunfo de una selección de fútbol competitiva, en medio de la familia y los amigos, disfrutando la mejor comida del mundo.
Nota: Sería importante que un redactor o escritor profesional escriba la próxima entrada, la introducción a la Constitución, para que cuando un niño la lea, en su clase de Educación Cívica, sepa que éste es un país maravilloso y con un propósito para que todos y cada uno encuentren la felicidad.
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