Gran parte de la innovación, desarrollo y avance tecnológico, sea premeditado o accidental, es impulsado por la búsqueda del bienestar humano. Desde el descubrimiento del fuego, que permitió cocinar la carne cruda en los albores de nuestra especie, simplificando la actividad mecánica de masticar y metabolizar y regalarnos más tiempo para el ocio y la creación, pasando por la selección artificial de plantas y animales, hasta los editores genéticos que permiten tratar enfermedades y defectos hereditarios, son ejemplos de cómo impulsan la vida hacia adelante. La esperanza de vida promedio superará pronto los cien años. ¿Qué haremos con tanto tiempo disponible?
Desde la invención de las máquinas hace más de trescientos años, se produjo una revolución que ha llegado a nuestros tiempos con robots capaces de fabricar autos, cohetes y chips. El trabajo físico humano y animal fue reemplazado en gran parte de la actividad manufacturera, agroindustrial, minera y militar, entre otras. El avance del desarrollo de las máquinas y de los robots ha producido una revolución del trabajo. De una economía basada en producción, pasamos a mitad del siglo pasado a una basada en servicios y, hoy, basada en el conocimiento ¿Disponemos del conocimiento suficiente para sortear la ola que estamos viviendo?
Cuando nos enfrentamos a las herramientas de Inteligencia Artificial no podemos evitar la sorpresa cuando vemos que pueden hacer un flujo de caja, resolver problemas, buscar y sintetizar en tiempo récord casi cualquier asunto, conversar, jugar, hacer presentaciones comerciales, diseñar procesos, gestionar el servicio al cliente, dar instrucciones a un vehículo para que se maneje, impulsar la compra en una plataforma de comercio electrónico. Allí donde se produce un proceso, la inteligencia artificial tiene un rol, donde hay una rutina, puede hacerla mejor que nosotros, donde hay un problema puede acercarse a un diagnóstico y a una solución de forma más precisa. La clave para ser indispensable en la era de la inteligencia artificial es ser un experto con experiencia en una campo general o específico, solo de esa forma se podrá dar una instrucción adecuada para un desempeño superior. Un contrato defectuoso, un puente mal diseñado o proceso de servicio al cliente limitado puede ser el resultado de una mala instrucción ¿Qué sucederá con nosotros y con los millones de alumnos de universidades e institutos que no están siendo entrenados para estar en el estado del arte de sus carreras?
La creatividad es una actividad humana, el acto creativo no es espontáneo, existe la influencia, la sensibilidad, la cultura y el conocimiento. Hay técnicas que lo impulsan. Picasso fue creativo como lo es Sam Altman. Einstein no pudo crear su teoría sin el concepto de cuanto propuesto por Max Planck. Steve Jobs no podría haber creado el I-phone sin los antecedentes de los PDA, de Napster, Blackberry y Nokia.
Si la tecnología, como extensión humana, busca simplificar la vida, elevar nuestro bienestar y extendernos en el tiempo haciendo el trabajo por nosotros, ayudándonos a ser más sanos y longevos y pensar asuntos que nos desgastan ¿qué nos queda? Algunos deciden expandir sus hobbies, viajar más, preocuparse por su bienestar corporal y mental. Otros entran en un loop negativo sin poder salir del hueco que la tecnología ha conquistado y son presa de la depresión y de las drogas.
La creatividad puede ser una solución, comencemos por pensar cuántas actividades creativas, que una máquina no podría hacer por sí misma, hacemos en el día y cuántas pueden ser reemplazadas por ellas. Enfoquémonos en las primeras y deleguemos las segundas.
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