Pensar es un ejercicio que demanda esfuerzo y energía. Pensar críticamente exige bastante más porque supone poner en duda o en pausa asuntos que dábamos por aceptados y correctos.
Una buena pieza de retórica puede hacernos creer que es verdadera, aunque esconda trampas que nos lleven a formar una opinión y a comportarnos en consecuencia.
Por ejemplo, revisemos la siguiente afirmación:
“Quizá el caso más famoso de liderazgo visionario en la empresa moderna sea el de Steve Jobs en Apple. El enfoque de Jobs es un ejemplo perfecto de lo que me gusta llamar “genio contra intuitivo”. Sabía lo que la gente quería mejor que ellos mismos. Cada producto que concebía confundía a sus críticos. Tú también puedes alcanzar el éxito aprendiendo a confiar en tus intuiciones profundas.”
Qué tentador es pensar que, siguiendo una fórmula para identificar “intuiciones profundas”, uno puede ser exitoso, ¿no? Pues bien, más allá de que Steve Jobs fue una excepción y que una excepción no puede ser una normalidad, aunque el dicho de que la excepción confirma la regla lo usemos como un principio racional (¿hasta cuántas excepciones podemos invocar para tener razón?), el párrafo anterior puede ser criticado desde dos ángulos:
- No se puede generalizar de una observación puntual. Es como decir que todos los autos son marca Toyota si no he visto otra marca más que esa.
- Usar un ejemplo para confirmar una “teoría” usando el caso de las “contra intuiciones” de Steve Jobs. Si todos somos contra intuitivos, ¿debemos deducir que todos seremos genios como él?
Estas trampas son más comunes de lo que creemos, estamos expuestas a ellas incluso en situaciones que nos enfrentan a tomar una decisión. ¿Cómo evitar caer en ellas?
1.- No sobre simplificar el problema y, por ello, precipitarse.
2.- No caer en el sesgo de confirmación en el caso que la decisión esté relacionada a una idea favorecida de antemano.
3.- Evitar el razonamiento defectuoso por falta de evidencias o pruebas.
4.- Considerar múltiples opciones de solución y analizar sus pros y contras.
La información y las narrativas que están a mano no son suficientes para resolver un problema. Si le hacemos caso a las ideas o relatos cercanos o visibles caemos en las trampas que ya nos tienen acostumbrados los algoritmos. Algunas claves para ver el cuadro completo:
- Investiga porque lo plausible (que es lo primero que consideramos como una solución correcta) puede ser una trampa.
- No te guíes por tu instinto, porque está construido por tus emociones y experiencia.
- Trata de identificar los límites de tu conocimiento y experiencia, siempre hay algo más allá.
- Busca asesoramiento e información para resolver el problema o responder la pregunta.
¿Cuántas veces nos hemos enfrentado a argumentos que parecen invencibles, y que por ellos perdemos de vista lo que sucede más allá? Aquí algunos:
- La familiaridad de los datos, esto es, que de tanto escucharlos pertenecen al campo de lo irrefutable, por ejemplo, que el 65% de los trabajos en el 2035 no han sido inventados aún. O, el 1% es la tasa de respuesta normal en una campaña de marketing directo.
- Los “facts” son estupendos artefactos retóricos, pero sin evidencia que los sostengan no sirven para nada.
- La ilusión de que la novedad que parece real es real, por ejemplo, el supuesto impacto actual de la Inteligencia Artificial en el mercado laboral.
- El efecto “Hype” que se produce por una “rareza” que llama la atención, como es el caso de la afirmación que los vehículos autónomos serán la solución para los accidentes de tránsito.
- Por último, el sesgo de supervivencia, que trata de destacar los casos de éxito (Apple, Google, Netflix) sin entender que en los casos de fracaso (Nokia, Explorer y Blockbuster) uno puede encontrar más y mejores aprendizajes para tomar una decisión.
En resumen, mejorar tu nivel de reflexión y pensamiento requiere:
1.- Clarificar los propios pensamientos.
2.- Enfrentar los sesgos y prejuicios personales.
3.- Desarrollar argumentos sólidos y rigurosos.
4.- Estar preparado para la era de la Inteligencia Artificial.
5.- Aprender a pensar por uno mismo, tener posiciones propias.
6.- Saber dónde poner la atención de forma efectiva.
7.- Identificar las fortalezas y debilidades cognitivas.
¿Cumples con todos estos requisitos o es necesario armar un plan de mejora en pensamiento crítico?
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